Esta es la bitácora de nuestros días juntos. De los buenos, no tan buenos y de los inolvidables. Te amo.

No solo ayer ni hoy



Su sombra abraza a mi sombra. Hasta nuestra oscuridad se enamora a los pies de la luna que brilla y adorna la noche con su redondez. Esta vez estamos frente a frente y  no hay silencio ni palabras. Hay una mirada que no suena a nada pero que comunica mucho más que las mil palabras dardos que se lanzan a veces las personas cuando el hígado se les sube a la boca.

Él, me acaricia y me mira tan fijamente,  me sonroja. Yo le hablo de cualquier cosa buscando alguna excusa para distraer su atención enamorada. Fallo en mis mil intentos. ‘Estoy enamorado’, me dice. Me enamora cada momento. Es un hecho.

“Quiero que seas  mi Patricia”,  me dice. Pero mejor ella déjasela al buen Mario que como agradecimiento a su buena pluma que ha hecho volar la imaginación del buen grupete de personas que hemos seguido siquiera alguno de sus libros, se la merece. Mejor seré TU PAULA. No tendré esa naricita respingada ni seré tu tía que fomente el incesto, pero sí deseo de corazón  dedicar cada uno de mis días a ser tu equilibrio y complemento.  Quiero ser tu paz, tu calma y tantas cosas más.

Me has acompañado en estos casi 7 meses que han sido un cielo y, por qué negarlo, algunos días un hermoso tormento. He regresado a ti con la cabeza gacha y un ‘perdón’ bien puesto en los labios. Me has abrazado y después de eso nos hemos amado incluso más. Has regresado también a mí. Te he recibido, te he mirado a los ojos y he entendido que así es el amor: Perfectamente imperfecto. Con sus días de risa eterna y también de sombra y ausencias. En cada uno de esos días, incluso en mi silencio, te he amado tanto.

Somos tan opuestos, tan complemento. Tan ‘tú para mí, yo para ti.’  

Te amo, Diego. No sólo ayer ni hoy....